Las adolescentes pasan más de una hora diaria navegando por las redes sociales, una realidad que influye directamente en su proceso de descubrimiento sexual. Pero este entorno digital, no solo ofrece espacios de exploración, sino también múltiples riesgos: desde la circulación de imágenes íntimas sin consentimiento hasta la exposición a pornografía o la reproducción de violencias machistas y discriminatorias. Según un estudio publicado este julio por la organización no gubernamental Save the Children, el 98% de los jóvenes ha sufrido algún tipo de violencia sexual digital antes de la mayoría de edad. Un dato alarmante extraído de encuestas realizadas a más de 1.000 jóvenes de entre 18 y 21 años.
El informe señala tres formas principales de violencia sexual digital:
- El contacto con personas adultas con fines sexuales (grooming).
- La compartición de contenidos íntimos sin autorización (sexting no consentido).
- El uso de herramientas de inteligencia artificial para mostrar cuerpos desnudos. En este último punto, el trabajo constata que uno de cada cinco jóvenes del estado español afirma haber sido víctima de los llamados deepfakes (imágenes suyas alteradas con la inteligencia artificial). Este mismo año esta práctica ha sido tipificada como un delito.
Según Kotu Atienza, socia de la cooperativa feminista Candela, el sexting, cuando se hace desde el placer y el consentimiento, no es una forma de violencia, sino una expresión de la sexualidad. “Hay personas que, para pasárselo bien, se envían fotos un poco hot [caliente]. Esto no es una violencia.” El problema aparece cuando una de las partes rompe la confianza y difunde las imágenes sin consentimiento, lo que se conoce como sexpreading. A diferencia del bullying, que suele acabar en la salida de la escuela, las violencias digitales son constantes: actúan 24 horas al día, siete días a la semana.
Educación para prevenir el sexpreading
Con el objetivo de prevenir este tipo de violencia, Candela ofrece talleres como “¿Has visto la foto que corre?”, dirigidos a jóvenes de 14 a 20 años principalmente en institutos, para ayudarlos a prevenir ser víctimas de sexpreading. Las sesiones buscan estrategias colectivas para construir sexualidades basadas en el respeto y la libertad. Atienza pone de relieve la necesidad de crear vínculos sanos. “Del mismo modo que esperamos que una amiga o un amigo no nos trate mal, hay que pedir lo mismo a la pareja”, afirma. En este punto, destaca también que es importante que los jóvenes no se aíslen en los compañeros sentimentales y que no normalicen sentirse mal en una relación. Habla también de los límites del concepto de consentimiento: “Si ella no quería, pero el novio ha insistido no podrá decir que no ha consentido una práctica. Es importante que los jóvenes puedan reflexionar sobre este concepto y responder preguntas cómo: ¿te lo has pasado bien?, ¿has disfrutado del encuentro?”.
Evitar el sexpreading en comunidad pasa también para que los receptores de las fotografías íntimas rechacen la práctica. “Hace falta que puedan decir que esto no mola y también reconfortar a la víctima diciendo que no reenviaran la foto a nadie más”. La socia de la cooperativa afirma que hay que evitar el sexpreading: es un delito y puede tener consecuencias graves, como que algún alumno se tenga que acabar cambiando de instituto por no poder aguantar esta violencia. Es clave, según ella, evitar que las víctimas –que principalmente son chicas y personas LGTBIQA+– sientan culpa. “Puede ser que los profesores no digan a la víctima que es una guarra [por haber enviado fotografías], pero puede ser que lo piensen”, lamenta la socia de Candela, entidad que también hace formaciones a profesorado de centros de secundaria.
Hacer de la experiencia una herramienta pedagógica
La directora y protagonista del documental Diario de la mi sextorsión, Patrícia Franquesa, decidió explicar su propia experiencia: alguien la amenazaba con hacer públicas imágenes íntimas robadas de su portátil. Ante esta situación, optó para visibilizar el problema y actualmente trabaja en una guía pedagógica para abordar la sextorsión a escuelas e institutos.
Según ella, en general, los consejos de cómo protegerse de este tipo de riesgos en la red van en la línea de recomendar no hacer cosas. “A pesar de que en la escuela te digan que no envíes ciertas fotos y que tus adultos referentes te pidan que no hables con extraños, puede ser que lo hagas si eres adolescente; estás evitando los límites”, expone. Según ella la educación tiene que prever la equivocación que puede implicar, por ejemplo, enviar una foto íntima a una persona no indicada. “Si alguien es un depredador y está abusando de tí digitalmente, tú no tienes la culpa, aunque hayas hecho algo mal porque, si no, la culpa siempre recae en la víctima”, concluye.
Franquesa se sintió cuestionada como víctima cuando fue a hacer la denuncia policial. En su objetivo de ayudar a los más jóvenes a prevenir y gestionar abusos de internet defiende que se tiene que comprender a la víctima y no revictimizarla. Pone un ejemplo: “Si una persona que tiene una pareja que es un manipulador y le dice que si no le envía tal foto no es la su novia, puede ser que lo acabe haciendo y lo tiene que poder explicar sin que nadie le haga ninguna bronca”. Es importante, según ella, tener la capacidad de detectar quién manipula, quién es el depredador. La guía que prepara quiere sacar hierro a la idea de lo que “no se tiene que hacer” y ayudar a tratar el delito de la sextorsión buscando la ayuda adecuada en caso de que se acabe produciendo. “No tienes que ser perfecta ni perfecto para no sufrir un abuso ni una manipulación en Internet”, concluye.
Educar también a los chicos: repensar la masculinidad
La mayor parte de las veces quienes perpetran violencias sexuales en las redes son chicos, que necesitan comprensión y acompañamiento, puesto que a menudo reproducen patrones machistas que ven en el mundo adulto: “en familiares, profesores, en las redes sociales o en los anuncios”, señala Atienza. En este sentido, es clave trabajar desde un enfoque positivo el desarrollo de su masculinidad, como personas responsables, que expresan las emociones y con sentido crítico. Reproducir patrones de violencias machistas en la red es uno de los riesgos a combatir con la educación.
El acceso fácil y precoz a la pornografía es otra preocupación. En este sentido, el gobierno español está trabajando actualmente en una ley que limitará el acceso a estos tipos de contenidos, con un sistema que hará una verificación de la edad a través de un certificado.
La responsabilidad también es adulta
Hay que tener también en cuenta que los depredadores sexuales que practican abusos como lo grooming no solo se nutren de imágenes subidas de tono, tal como pone de manifiesto el reciente documental del 3cat Infancia sobreexposada.
También se descargan imágenes del día a día de menores, que sus mismos padres comparten en las redes sociales. Es el llamado sharenting. En este sentido, es también necesario que los adultos puedan hacer una reflexión sobre qué tipo de imágenes de sus hijos e hijas cuelguen en las redes sociales.
Ante el abuso, denuncia y apoyo
Ante cualquier tipo de abuso, hay que denunciarlo y buscar ayuda para poderlo gestionar. A continuación, recomendamos un conjunto de recursos y referentes que nos pueden ayudar a protegernos en la red:
- Centro Joven de Atención a las Sexualidades: Es un servicio de atención específica a los adolescentes y jóvenes gratuito, confidencial y que preserva el máximo anonimato posible. Ofrece atención presencial, por teléfono y por WhatsApp.
- La Lore (Candela): Es un proyecto que coordina Kotu Atienza que, desde el 2012, ofrece atención a los jóvenes vía WhatsApp. El lema del servicio es “relaciones, género, sexualidad y diversidad sexual, hazme todas las preguntas que tengas en mente”.
- Cafè i Social Media, de la cooperativa CIPAIS (Centro de Intervención Psicológica, Análisis y Integración Social): Ofrece espacios de reflexión y dinámicas para el alumnado, el profesorado y las familias. Actualmente ofrecen la actividad «¿Qué sabemos del porno?», dirigida a ciclo superior de primaria.
- Marina Marroquí: Es una educadora social experta en violencia machista. Hace talleres a escuelas, institutos, a familias y a profesionales. Es activa en las redes sociales como Instagram y ofrece videos explicativos en YouTube.
- Gerard Coll-Planas: Es doctor en sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona y profesor titular de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña. Ha escrito varios libros sobre la construcción del género, como Dibujando el género (Edicions 96).
- Miquel Missé: es sociólogo, experto en género y sexualidad. Está implicado en varias líneas de trabajo que van desde la investigación, la consultoría, la pedagogía y la comunicación con el objetivo de promover una cultura crítica con el género.
Compromiso por un uso seguro y responsable de las redes
Desde Somos Conexión nos comprometemos a promover un uso consciente y seguro de las tecnologías. En este sentido, impulsamos materiales como la Guía para familias crueles y malvadas, para acompañar a las familias en la introducción progresiva del primer teléfono móvil de las hijas e hijos, Despantállame, pensada para criar sin pantallas de los 0 a los 3 años y la Guía reto sin móvil, para hacer un reset en la relación con los smartphones, tota la familia a la vez. También apoyamos a iniciativas que promuevan un uso saludable de las redes sociales y las tecnologías entre niños y jóvenes.
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